Hoy, 8 de Marzo, me siento a recordar una de las celebraciones más interesantes que he visto del Día Internacional de la Mujer. Hace dos años yo tenía el privilegio de trabajar en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, como corresponsal de Radio Francia Internacional.
En el marco de este día se llevó a cabo, como todos los años, la reunión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer. Sí, el nombre puede resultar aburrido, pero el despliegue de diversidad femenina que se respiraba en la ONU era algo sublime que nos superaba a todos.
Mujeres de África en sus atuendos tradicionales, jóvenes del Medio Oriente contando cómo habían sobrevivido con éxito en sociedades machistas, chicas europeas comprometidas con erradicar males abominables como la violencia sexual contra las mujeres en conflicto armado. Hasta Hillary Clinton – que no es santo de mi devoción – ofreció un emotivo discurso que puso un acento fuerte pero sensible en ese concepto universal que gana terreno cada día: el empoderamiento de la mujer.
Entre los pasillos de la ONU, conocí a Rehana, una mujer pakistaní de 30 años. Pequeñita, delgadita, morenita. Con lentes y aire de intelectual. Rehana me cuenta que fue la primera niña de su tribu en ir a la escuela y que siempre estará agradecida con su padre por haberse parado firme frente a otros hombres y decirles en la cara que su hija hembra también tenía derecho a ser educada.
Sin embargo, reconoce que falta mucho por hacer porque aún prevalece la vieja creencia de que los hombres se encargan de las cosas de la calle y las mujeres de las de la casa. \»Todavía estamos al margen\» termina Rehana.
Más adelante me encuentro a Silvia, mexicana de pura cepa, que me regala una frase lapidaria: \»Las madres deben dejar de criar príncipes y empezar a criar hombres\». Y es que en América Latina todavía son las niñas las que recogen la mesa y lavan los platos mientras los niños corren al PlayStation. Todavía se les celebra a los varones adolescentes que \»conquisten todo lo que puedan\», aunque eso signifique llevarse a un montón de chicas por delante.
Sí, las madres latinas podrían ser la clave para una gran diferencia.
Más allá está mi colega Eva, periodista española, nacida en los últimos años del franquismo, que cuenta con verdadero asombro lo que ha cambiado su país en los últimos 30 años: \»Antes cuando la mujer quería abrir una cuenta bancaria o un negocio, necesitaba el permiso del hombre. Si se casaba, tenía que dejar de trabajar. En general, tenía el papel de hacerlo todo en casa y callarse\».
De eso han quedado muchos escombros, como bien lo confirma Inés Alberdi, también española, y directora en 2010 de UNIFEM – Fondo de Naciones Unidas para la Mujer. Alberdi reconoce que España es uno de los países europeos donde más se ha manifestado la violencia contra la mujer: \»Es una mentalidad de cientos de años donde el hombre tenía derecho a castigar a su mujer. Exigía obediencia de su esposa, de su novia, de su hija. Eso es muy difícil de cambiar\».
Por supuesto, para ese trabajo que hicimos en 2010, se quedaron muchos dramas reales en el tintero: las mujeres afganas bajo el régimen talibán, las deportistas de Irán que deben cubrirse con el velo en sus juegos o las mujeres en conflicto armado que son víctimas de agresión sexual como arma de guerra.
El cambio es lento y, muchas veces, insuficiente, desesperante. Pero reconozco que ver a nuestras mujeres latinas presidiendo países o a una Angela Merkel dirigiendo casi toda Europa, me da esperanzas.
Por lo pronto, no hago fiestas. Prefiero sentarme a reflexionar y a imaginar que, dentro de unos años quizás, sí podamos celebrar un verdadero Día de la Mujer.
@andreina
Radio Francia Internacional. Reportaje Día de la Mujer 2010. Gracias por escuchar:
Excelente articulo!!!! Con una diversidad de mujeres asi, es que se puede opinar apropiadamente! Es hablar con base. Felicitaciones!